La Era de la Información
Desde la revolución industrial, a
finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, se produjo un cambio muy
importante en la historia de la humanidad, un cambio que sigue desarrollándose
en pleno siglo XXI y nos afecta en cada dirección de vida que tomemos. Se puede
decir que incluso por este cambio, se ha
evolucionado en una nueva sociedad, con nuevos valores y culturas, mucho más
rápida.
Para Manuel Castell esta nueva
sociedad se basa en una revolución tecnológica, centrada entorno a las nuevas
tecnologías de la información, en base a sociedades aceleradas, que influyen en
el modo de actuar de los distintos factores de desarrollo. Un buen ejemplo es
que las economías de todo el mundo se han convertido en interdependientes a
escala global, formando una nueva relación entre economía, Estado y sociedad.
Dentro de esta nueva relación se
forma una nueva idea de capitalismo, descentralizado y con mayor flexibilidad
en la gestión e interconexión con las empresas. Se vuelve más dinámico,
obteniendo nuevos paradigmas sobre el desempeño interno y externo de la
empresa, una integración masiva de la mujer, una competencia global sin
barreras (integración global de los mercados financieros), el ascenso de la
cultura asiática como potencia global y la desintegración de la idea de países
de “Tercer mundo”.
Se puede decir que esta nueva
sociedad de la información, como nos han llamado, vive y se desarrolla en un
mundo desigual. Cuando esta revolución se impone como forma de vida global,
muchas partes del mundo quedaron relegadas porque no se desarrollaron como
otras, ya que las oportunidades fueron diferentes y más complicadas. Estos
sectores que no han podido agregarse a esta revolución corren el riesgo a ser
desapercibidas e irrelevantes desde la lógica del sistema.
Además, un nuevo sistema de comunicación, que cada vez habla más un
lenguaje digital universal, está integrando globalmente la producción y
distribución de palabras, sonidos e imágenes de nuestra cultura y acomodándolas
a los gustos de las identidades y temperamentos de los individuos. Las redes
informáticas interactivas crecen de modo exponencial, creando nuevas formas y
canales de comunicación, y dando forma a la vida a la vez que ésta les da forma
a ellas (Castell, 1999: 05).
Como este nuevo mundo se
encuentra en un masivo acceso a información, llega a tornarse confuso y un
tanto perturbador. Es así como la mayoría de las personas tienden a reagruparse
en identidades primarias, certeras y inamovibles. Como por ejemplo la religión,
etnia, territorio y nación. Los cuales en este mundo de cambio incontrolado y
confuso, llegan a ser la fuerza más formidable de seguridad social y accionar
colectivo.
Tampoco hay que olvidarse de la
política, la cual, en esta nueva revolución, con grandes cantidades de
información, se le complica el tener controlado que contenidos deberían
mostrarse. En este caso Castell determina que estos sistemas se encuentran
sumidos en una crisis estructural y de legitimidad por escándalos, provocando desconfianza.
Ya que la política depende de los medios de comunicación.
En un mundo de flujos de riqueza,
poder e imágenes, la búsqueda de identidad, sea colectiva o individual se
convierte en la fuente fundamental del significado social. Quiere decir que las
personas organizan su significado por lo que es o creen que es y no por lo que
hacen. “Es una corriente incesante de decisiones estratégicas” (Castell, 1999:
03). Nuestra sociedad se estructura cada vez más entorno a una bipolaridad
entre la red y el yo. La red es el sin número de significados adoptados en una
realidad en línea, un mundo posible creado por deseos y el yo es el mundo de
referencia, la realidad.
La revolución tecnológica
difundió una idea de cultura material en sociedades de espíritu libertario,
cuando se difunde la información se explota todas estas aplicaciones de la
nueva era, a gran velocidad y con gran apertura al uso de infinitas fuentes y
cambios tecnológicos. Es así como tenemos grandes cantidades de información, la
cual puede ser obtenida si se posee los recursos necesarios. Un ejemplo de esto
sería: El Internet.
El uso de internet es sin duda uno de los avances tecnológicos más grandes de la historia. Grandes cantidades de información conectadas en forma de redes alrededor del mundo. Quien posee acceso a Internet está conectado, forma parte de estas nuevas culturas, tiene la opción de inventarse y reinventarse, crear identidades que no están sujetos a un soporte material, sino que flotan en la atmósfera de la web. Pero así como tenemos libre apertura a la información, no siempre puede ser veraz. Como dije anteriormente, es un espacio libre que flota en alguna parte del mundo, que promete cumplir nuestras expectativas, resolver nuestras interrogantes y conectarnos con el mundo que deseamos ver.
La tecnología es hoy parte de la
vida cotidiana, llega a ser un gran aporte a la comunicación dependiendo del
uso que se le de. Aunque no toda la población tenga acceso a ella por
cuestiones generalmente económicas, se encuentra introducida en las prácticas
culturales , en la creación de significados y construcción de identidades.
Bibliografía:
Castells, Manuel (1999). La red y
yo. Documento electrónico http://www.scribd.com/doc/37747810/La-Red-y-El-Yo-Castells. Consultado el 27 de junio de 2013.
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