jueves, 11 de julio de 2013

Obsolecencia Programada



Obsolescencia programada: un fin planificado.


En un mundo globalizado donde todo se deshecha, donde nada perdura, la obsolescencia programada es la opción más aceptada.
Desde la revolución industrial, comienza el largo camino al desarrollo, pero con el también nace los inicios de una nueva generación de consumistas. Comprar por diversión no por necesidad.

La obsolescencia programada es un termino común en los países con gran producción en los cuales los productos tienen una vida útil determinada, que después de un tiempo se convierten en basura.


En los años 20, cuando la economía comenzó a crecer se realizaron la mayoría de inventos que facilitan nuestra vida cotidiana, como es el de la bombilla de luz. Cuando empezó este boom de la electricidad mediante pequeñas bombillas que duraban más de 2500, al igual que las medias de nylon, llegaban a arrastrar un carro sin romperse.

Todos estos científicos e inventores que realizaron tales productos, años más tarde para que la economía siguiera creciendo y no perdieran sus plazas de trabajo, pusieron todo su intelecto en hacer de ese producto tan bueno y resistente a uno débil y frágil que tendría una vida útil muy pequeña.

En ese tiempo no se pensaba en una sociedad de consumo como se rige ahora en el mundo globalizado en el que vivimos, se trataba de vender más. Pero los productores añadieron un placer al comprar, al obtener más, hicieron que los productos se vendieran solos porque tenerlos era una satisfacción más no una necesidad. Al no ser una necesidad terminan siendo desperdicio y gasto. Usar mas de lo que se tiene es seguro que todo terminara siendo basura.


La obsolescencia programada es un concepto muy aceptado por los productores actuales, con la producción en masa y una cultura de sociedad de consumo, nadie es propio de sus propias vidas, somos individuos que se dejan llevar por lindas fachadas y el creer satisfactorio que “lo compro porque lo necesito o porque algún día lo necesitare”, a la final solo es gasto y desperdicio.

Según Sigmund Bauman, vivimos en una sociedad líquida, en lo cual nada es eterno y se necesita seguir la corriente para no quedarse relegado, con la llegada de las nuevas tecnologías de la comunicación y los avances científicos y tecnológicos es indispensable, en especial las nuevas generaciones hacer la tecnología y el desarrollo parte de nosotros, como pieza irremplazable de nuestro día a día, esto tiene mucho que ver con el discurso capitalista y la cultura consumista que rige al mundo actualmente.

 
“La vida líquida es la sucesión de nuevos comienzos, pero precisamente por ellos, son los breves e inodoros finales” (Bauman, 2006: 10). Saber librarse de las cosas es más importante que saber adquirirlas, expresa Bauman.

Se ha desarrollado una industria de eliminación de residuos, se han creado formas para desechar basura que antes había sido necesaria.

La supervivencia de dicha sociedad y el bienestar de sus miembros depende de la rapidez con que los productos quedan relegados a meros desperdicios y de la velocidad y eficiencia con que estos se eliminan (Bauman, 2006: 11).

Con la obsolescencia programada las empresas han creado sistemas de eliminación de los productos inservibles y terminan en países del tercer mundo, tratan de mantener una cultura ambientalista pero muchas de estas empresas son farsas, hacen creer a los consumidores que cuando la vida útil de sus productos se acaban estos a su vez son transportados a lugares en los cuales serán tratados y no contaminaran el medio ambiente, en su lugar llegan a botaderos de basura alejados de las grandes ciudades como es el caso de Ghana, esto no afecta solo al ambiente sino a la vida de las personas que ocupan ese país, hablando sanitariamente y cultural.


Niños perdiendo su inocencia y dejando de jugar para buscar en los residuos algo que se pueda vender y obtener algo de dinero extra. Además de vivir en un lugar lleno de infecciones, la esperanza de vida seguirá bajando porque no tienen alternativas de cambio.

Nosotros vivimos en un mundo que trabaja a mil por hora, produciendo y desechando más rápido que lo que costo producirlo. Tantas políticas de conservar el medio ambiente y de reutilizar lo que una vez no sirvió dan las vueltas sin llegar a nadie, el problema es que este es nuestro hogar y si lo seguimos destruyendo no habrá un mañana.

Debemos velar por el futuro de nuestros hijos, por mantener un lugar sano y hermoso como es la Tierra y conservar los valores y culturas que alguna vez teníamos donde la interacción era la forma de convivir y formar lasos de unión entre las personas, evitando hacer de la tecnología una parte más importante que nuestra esencia.

Buscar un equilibrio es la base para un sistema viable en el que se puede vivir porque los recursos no son eternos y siempre habrá más necesidades que satisfacer que los medios para hacerlo.

BIBLIOGRAFÍA:
Bauman, Zigmunt (2006). Vida líquida. Barcelona: Editorial Paídos.

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